Segunda
Parte
el proceso
industrial textil, de la materia prima a los acabados de las telas |
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Capítulo
4
Las fibras
naturales de origen animal /I |
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| Definición:
fibras y filamentos. Clasificación. Terminología y signos
internacionales textiles. 1. Definición. 1.2. La seda1.2.1
La ruta de la seda. 1.2.2 Las sedas orientales. 1.2.3 La seda de
Lyón. 1.2.4 La crisis de la seda china. 1.3 La industria de la seda
textil en la actualidad. 1.4 La otra industria de la seda. 1.3 Características
más importantes de la seda. |
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| 1. La seda |
Dentro del grupo que hemos denominado FIBRAS DE GLÁNDULAS
SEDOSAS se dan dos variedades de sedas: la seda salvaje (tussah
o tusor) y la exclusivamente llamada seda.
La seda es la sustancia de consistencia viscosa formada por la proteína
llamada fibroína, que es segregada por las glándulas de ciertos
artrópodos; el insecto que la segrega la expulsa al exterior de
manera continua por un orificio, y es al contacto con el aire como se solidifica
en forma de fibra.
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1.1 Geografía y fauna de la seda
Hay una tradición oriental que habla de una princesa china,
por nombre Xi-Ling-Shi, que tomaba plácidamente el té en
su jardín, sentada a la sombra de una morera, cuando dentro de su
taza cayó un raro capullo desprendido de una rama del árbol;
al remojarse el capullo se le despegaron las hebras de que estaba formado
y la princesa tiró y tiró de aquella fibra finísima
descubriendo por casualidad el hilo de seda.
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La araña es el más común y más conocido
productor de seda, pues ese hilo que segrega para tejer su red no es otra
cosa que seda, siendo relativamente fácil observarla en su producción,
incluso a simple vista. Muchos insectos de este género, en su forma
larvaria, cuando vulgarmente se llaman orugas, producen esta fibra serosa
para sujetarse con ella al lugar donde viven y para protegerse durante
la fase de pupación; a ese fin tejen con la fibra una envoltura
completa, en torno a sí mismos, en la que quedan encerrados durante
su fase de pupas (crisálidas) y continúan desarrollándose
hasta la fase siguiente de su metamorfosis. De entre las orugas de lepidópteros
hay varias, según regiones y faunas, que segregan esta sustancia
(larvas sericígenas) con la calidad suficiente para ser aprovechada
por el hombre. La familia de los satúrnidos es la más importante.
Son mariposas nocturnas. En la fauna europea el gran pavón o pavón
nocturno es la mariposa más conocida; en España la isabelina,
que se da únicamente en los pinares de Castilla; la mariposa luna,
de América; el atlas, de la región indoaustraliana. Pero
son las sericígenas de la fauna japonesa, india y china las más
importantes productoras de la seda y las únicas que se aprovechan
con estos fines. El llamado gusano del roble (yama mayu) de Japón
es el mejor productor de seda salvaje, tusor o tussah, que urde un magnífico
capullo de color verde y que cuando la conocieron los ingleses, hacia 1860,
todavía su seda estaba reservada a la familia imperial.
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Pero la gran productora de seda es el artrópodo lepidóptero
heterócero (mariposa nocturna) llamado mariposa de la seda (bombyx
mori), cuya oruga se conoce con el impropio nombre de gusano de seda. Originaria
de la misma fauna india, china y japonesa, desde hace más de dos
mil años fue importándose a otras regiones y ahora esta especie
vive extendida por todo el ámbito subtropical de este planeta.
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| 1.2 Historia de la seda |
| 1.2.1 La cría del gusano y producción de la
seda |
| La cría de tan preciado gusano fue un secreto largamente custodiado
por los chinos y no es posible fijar el tiempo en que con esa fibra comenzaron
a tejer tan maravillosas telas. Inscripciones chinas que datan del siglo
XIII
a. de J.C ya hacen referencias al gusano de seda, la morera y a la seda
en concreto. No sólo en tejidos, sino en múltiples usos se
encuentra la seda entre los chinos: cuerdas de instrumentos musicales,
papel, etc.
El principio de este uso debió ocurrir en el norte de China en donde
la cría del gusano de seda estaba encomendada a la mujer; simbólicamente
la emperatriz protagonizaba este cuidado, así como el emperador
cultivaba la tierra. Pierre Boulnois llama magnanerie
al edificio destinado a este fin. El criadero debía tener una temperatura
uniforme mientras las crías eran huevos; al nacer las orugas se
las alimenta de hojas frescas de morera, hasta la saciedad, cogidas de
media en media hora y finamente picadas. Al crecer los gusanos evitábaseles
el ruido, el olor fuerte e incluso del sudor, las corrientes de aire y
la luz directa. Debía el cuidador reconocer las hiladoras de entre
las orugas crecidas, separarlas y colocarlas sobre paja de arroz, a una
temperatura suave, que estimulaba en ellos la secreción del hilo
y formación del capullo con una seda de calidad más apta
para ser hervida. Tan pronto es acabado el capullo, se echa éste
al agua hirviendo, que disuelve la goma entre los hilos, y se agita con
ramitas el agua mientras hierve; a estas ramas se adhieren los hilos de
los capullos; no queda más, entonces, que tirar de estos hilos -hay
un único hilo de cada capullo que se irá deshaciendo-, torcerlos
ligeramente para formar con varias hebras de seda un hilo nuevo y devanarlo.
Tenemos así la seda cruda, de color amarillento, que se cuelga y
almacena en madejas, y que ya está lista para el teñido y
el tejido.
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| 1.2.2 La ruta de la seda |
| Hasta que en 1907 el arqueólogo Sir Aurel
Stein encuentra la Caverna de los Mil Budas no se puede hablar
de una historia remota y documentada sobre la seda. Es precisamente con
ese hallazgo como se empiezan a conocer las antiguas rutas comerciales
en torno al Asia central. Stein encuentra tejidos de sedas coptas, bizantinas
o sasánidas, de los siglos V y VI
de nuestra era, y ornamentación de estilos griegos cristianos y
búdicos mutuamente influidos. Tales vestigios retraen la historia
de la seda a los lejanos tiempos en que se puede suponer salió de
la China rica y poderosa, donde el secreto del gusano de seda había
sido celosamente guardado durante cientos de años. La dinastía
de los Wei, a mediados del siglo V, extendió
sus dominios a lejanos territorios occidentales. Un soberano de esas tierras
de Jotán, Asia central, se casa con una princesa
china que, para poder seguir llevando sus lujosos vestidos de seda,
se ve en la necesidad de exportar clandestinamente de su país los
huevos del gusano de la seda, escondidos en su cabellera. Así se
implanta la sericultura en el lejano país del Jotán.
Cierta la narración o no, sí hay evidencias de que la corte
china incluía la seda entre los regalos que intercambiaba con los
pueblos vecinos y que estos pueblos acudieron al país de la seda
en busca de tan preciadas telas. Resulta ocioso, por otra parte, discutir
si fueron los chinos quienes exportaron la seda o fueron los mercaderes
occidentales quienes la importaron al resto del mundo.
En el imperio de Bizancio el comercio de la seda importada suponía
un coste tan importante que Justiniano establece para ello férreas
limitaciones aduaneras. Bizancio influye poderosamente sobre sus vecinos
a través de la cristianización, que utiliza políticamente
a su favor; con esas influencias se alía contra los persas, los
más próximos exportadores de seda. Por fin es hacia el 555
cuando dos monjes, seguramente nestorianos, por
encargo del emperador Justiniano viajaron al Extremo Oriente, por la ruta
del Cáucaso, evitando Persia, trayendo de allí los granos
(huevos) del gusano de seda escondidos en sus bastones huecos. Pero aquella
aventura no trajo todavía la sericultura china al Mediterráneo
oriental, porque estos granos no debían ser de la especie más
preciada y, además, Justiniano, con su excesivo monopolio sobre
el cultivo, ahogó la incipiente industria bizantina de la seda.
La siguiente tentativa la realizan los sogdianos, pueblo del Asia Central,
antes vasallos de los turcos, poco amigos de la guerra, pero buenos agricultores
y grandes comerciantes. Valedores de su privilegiada situación geográfica,
entre turcos, persas y bizantinos, establecen tratados con el poderoso
Bizancio asegurándole la provisión de la auténtica
seda china. Son los sogdianos, caravaneros pacientes, quienes trazan las
rutas comerciales entre el norte de la poderosa China (al sur de Mongolia
y al norte de la India) y las ricas naciones del Asia Occidental.
Hay, por tanto, no una sino tres rutas principales de comunicación
y comercio entre los dos extremos de Asia: Una, al norte del Altai, por
el lago Barkul, Urumtsi, el puerto Talki, el valle del Ili, Talas, luego
por el mar de Aral, el Caspio, el Cáucaso y Asia Menor; Las otras
dos son las más conocidas desde los Han, que pasan por el sur del
Tarim y se reúnen al pie de los pasos que atraviesan los desiertos
del Pamir y entran en la China. Los sogdianos, bebedores de vino y no de
licor de arroz, industriales, agricultores, comerciantes, artistas y letrados,
formaron una especie de confederación feudal, cuyos centros más
importantes son las actuales ciudades de Samarcanda y Bujara.
El Tang su, historia de la dinastía Tang (626-907), habla del comercio
creciente que en su época se da entre China y Occidente, bien por
las rutas de caravaneros o por su industriosa isla de Ceilán, por
donde llegaron varias embajadas diplomáticas hasta la corte china.
A mediados del siglo XII, san Bernardo predica en
Vézelay la segunda cruzada para ayudar a los cristianos de Levante.
Pero los cruzados católicos de Europa no se llevan bien con los
otros cristianos bizantinos, calificados de semiherejes por Roma. En tales
circunstancias, el rey de Sicilia Roger II saquea los territorios bizantinos
de Eubea, Tebas, Corinto y Atenas; allí hace prisioneros a algunos
obreros de la seda para llevarlos a Palermo y obligarlos a trabajar para
él. Aún hoy se conservan tejidos salidos de esta fábrica
de Palermo (finales del XII).
A España había llegado la seda con los árabes, en
el siglo VIII; no sólo los tejidos sino la
sedería, es decir toda la industria de la seda. La huerta murciana
fue, con la dominación árabe, el centro de cultivo de seda
más importante de toda la Edad Media europea. Granada y Toledo fueron
factorías y mercados importantes de los tejidos de seda; en Sevilla,
hacia el 1150, las factorías sumaban los 6.000 husos; en esos años,
los comerciantes genoveses firman un tratado -desagradable al Papa- de
comercio sedero con el rey musulman de Valencia.
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Con todo, y a pesar de que por Ceilán habían llegado misiones
comerciales y diplomáticas a China, los árabes jamás
permitieron a los cristianos llevar sus naves hasta el océano Índico;
sólo podían rodear el imperio musulmán por el norte:
Armenia, Crimea y el Cáucaso. En esa dirección partieron,
hacia el 1254, dos hermanos mercaderes venecianos, Nicolo y Maffeo Polo;
pasaron por Constantinopla, Armenia y Persia y llegaron al palacio del
kan Berca, en el gran Katay, denominación que durante largo tiempo
evocaría el norte de China, antes llamado el país de los
Seres por los occidentales.
Por lo general, a las regiones septentrionales de China se accedió
por tierra; y se accedió por mar a la China del sur. Pero los chinos
eran más remisos a la influencia cristiana que los mogoles. Los
soberanos mogoles oyeron hablar del cristianismo y se interesaron por el
rumor de un alimento sagrado que a los cristianos les daba la inmortalidad.
Los hermanos Polo, acompañados por su sobrino Marco, llevan a Kubilai
kan óleo sagrado del santo sepulcro de Jerusalén.
Es muy probable que Marco Polo llevara al lejano Oriente una misión
más religiosa que comercial, entendiendo lo religioso con su intención
misionera, acorde con la obsesión europea de aquel entonces por
cristianar todo el orbe. Los mogoles, que habían dominado y colonizado
la China del norte, eran, a su vez, proclives al cristianismo. La madre
de Kubilai kan era nestoriana; de no haberlo sido, jamás Marco Polo
hubiera establecido tan privilegiado contacto con la corte del Gran Kubilai
kan. Así es que cuando Marco Polo regresa a Venecia, además
de con la cabeza llena de las maravillas del mundo, desembarca colmado
de riquezas. Pero ya en ese año de su regreso, 1295, la sericultura
es próspera en Sicilia y en toda la península itálica.
Por mucho tiempo después los italianos monopolizaron el comercio
de la seda con Francia, Alemania e Inglaterra.
A la caída del poderío mogol y con el renacimiento nacional
chino en la dinastía Ming (1368), China se cierra a Occidente y
el comercio se detiene en Java y Sumatra; por demás, los piratas
japoneses proliferan en las costas chinas. Los relatos de viaje de Marco
Polo fueron muy difundidos; pero ni en la antigüedad ni en toda la
Edad Media existe la denominación ruta de la seda. Fue a raíz
del hallazgo de Aurel Stein cuando los antropólogos se interesaron
por aquellas viejas rutas comerciales a Oriente y de ese interés
nace el nombre mítico de ruta de la seda, más como ruta recopilación
de varias que como trazado físico de un solo camino. |
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| 1.2.3 Las sedas orientales |
La ornamentación del tejido de seda es también una larga
historia de un arte rico y variado. Sir Aurel Stein encuentra en la Cueva
de los Mil Budas tejidos de seda coptos, bizantinos y sasánidas,
de los siglos V y VI. Algunos
de éstos son pendones votivos de estilo adamascado (ni búdicos
ni chinos), con anchos bordes y, en general, parecidos a los tejidos de
las tumbas egipcias de los primeros tiempos cristianos. Estas coincidencias
de estilo en puntos tan alejados hacen pensar que el autor ornamentador
no sólo conocía modas lejanas sino que tal vez fabricó
con fines de exportación a países lejanos de la China. Lo
cierto es que la seda fue, desde tiempos remotos, un poderoso motivo y
vehículo de difusión de la moda, además de un valioso
objeto comercial.
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Los brocados en la seda son típicamente bizantinos.
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Marco Polo influyó en la moda Veneciana con las telas traídas
del Pekín de Kubilai kan. Eran las sedas tártaras,
tejidas a rayas de oro, que los italianos siguieron tejiendo.
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Los motivos de adorno en la seda china son vegetales, sobre todo.
Con el tiempo, se introducen grafismos chinos, además de
personajes, casas, etc, pero los chinos son más ajenos a esta moda
ornamental que más bien pertenece a los occidentales, justamente
con la entrada de la seda en la moderna historia de la moda (1850). También
los estampados vegetales se encuentran en las sedas del Asia Menor,
además de decoraciones geométricas y animales.
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Los colores históricamente dominantes en la seda son el amarillo
y gualda, que aparece ya natural en la seda cruda y que se mejora y fija
a base de azafrán. El blanqueado, a partir de la seda cruda.
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El azul celeste se introduce desde la India, a base del índigo
natural que utilizan para la tintura del algodón. El azul celeste
en la seda es, junto con los dorados, parte del carácter suntuoso
de los vestidos de seda.
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La seda púrpura es la seda de color rojo que abunda en las
urbes romanas, obtenido en la tintura con púrpura, jugo procedente
del molusco múrice.
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La muselina es originalmente un finísimo tejido de seda negra,
venida de Musul, con los árabes, quienes aportan el negro a los
tejidos de seda obtenido en la tintura de kool.
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El crepé en seda es originario de China; los europeos no
comienzan a fabricarlo hasta mediados del siglo XIX;
al igual que los pongés, procedentes de Chantung, y también
del Japón, muy en boga en los años 20.
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La técnica textil sedera les permite a los occidentales aprovechar
materia prima que los chinos deshechan: capullos no devanados y residuos
de seda se utilizan para hilados de mediana calidad, que tienen el nombre
de schappe.
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En esta misma línea de avance en la industria textil sedera se encuadra
el incremento de la utilización de la seda salvaje, que comienza
a industrializarse en el Japón (donde abunda la mariposa que produce
este hilo) y pronto se extiende el textil y su confección al resto
del mundo.
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El último tipo de tejido histórico de seda es la seda
francesa, nombre que se le dió a aquel tejido de seda de la
Fábrica de Lyon.
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| 1.2.4 La seda de Lyon |
| Este punto nos lleva, en el tiempo, más lejos de donde hemos
inciado el estudio de la moda en el CAPÍTULO
2, pues hay que hablar de la Europa de la Baja Edad Media
y del Renacimiento, cuando se exacerbó el afán de las gentes
por vestir con telas de seda. En todas las clases sociales creció
la importancia concedida a los trajes y por todo Occidente se sucedieron
las leyes suntuarias, con una doble finalidad: contener los gastos excesivos
que los súbditos hacían para vestir y establecer diferencias
en la riqueza de los trajes que usaban, según las categorías
sociales. |
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La historia de la introducción de la seda en Francia tiene los mismos
caracteres de represalias políticas y protecciones aduaneras con
que la sericultura se administra en todo el mundo, desde la China antigua.
En el siglo XIV, el gobierno francés considera
que sale demasiado oro del reino para pagar los
lujosos tejidos venidos de Italia a las ferias de Lyon y La Champagne;
no sólo de Italia, pues también se importaba seda de la España
árabe y, además, comerciantes orientales, venidos quizás
de la lejana Mongolia, eran vistos en la feria de Lyon; pero los mercaderes
más numerosos eran los de Génova, Florencia y Lucca. Los
Papas de Aviñón introdujeron el cultivo de la morera y la
cría del gusano de seda. En el año 1450 Lyon obtiene el monopolio
del comercio de seda para toda Francia. Los mercaderes italianos, a la
vista de tan importante negocio, se hubieran instalado de por vida en esa
ciudad a las orillas del Ródano; no lo hicieron los comerciantes,
pero sí los industriales.
Es en el año 1466 cuando el rey Luis XI manda instalar en Lyon talleres
para la fabricación de la seda, como fábrica propiedad de
la corona. Pero faltaba mano de obra especializada.
Así es que, por fin, es Francisco I quien contrata con dos italianos
piamonteses, Stéfano Turquet y Bartolomeo Nariz, que en 1545 fundan
la sociedad comercial de la Fábrica de Lyon, aun existente en la
actualidad. El año 1600 esta fábrica contaba con siete mil
telares, daba empleo a toda la ciudad de Lyon, a inmigrantes de otras regiones
francesas e italianas y consumía toda la seda producida en la región,
el Languedoc, Beaujolais, y continuó la importación de seda
cruda del Piamonte hasta el XIX. En 1801, la invención
del telar Jacquar redujo a la mitad la mano de obra en el textil, lo que
provocó graves conflictos en la población obrera de Lyon.
La fucsina, que se empezó a utilizar en 1860, también cambió
radicalmente la industria de la seda, esta vez por la tintura. El inicio
de la moda, tal como la hemos estudiado aquí, ocurre en esos años
y, junto con lo anterior, provoca una dura reconversión de la Fábrica
de Lyon, reconversión que se lleva a cabo impelida por la demanda:
cantidad, variedad en tejidos, tintes y estampados, calidad, y precios.
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| 1.2.5 La crisis de la seda china |
A principios del siglo XX la especie mariposa
de la seda (bombyx mori) enfermó en todo el mundo y puso
en peligro la producción de la más preciada seda natural.
Para ese entonces la investigación biológica había
notado un gran avance con la utilización del microscopio y en Europa
se llevó a cabo una minuciosa selección de gusanos sanos,
por métodos científicos. Pero el peligro más grande
se dio en China, donde acaso el 80% de los gusanos de todos los criaderos
llegaron a estar enfermos. El INTERNATIONAL COMMITTEE
FOR THE IMPROVEMENT OF SERICULTURE IN CHINA, con sede en Shanghai
(principal puerto de la seda china), procedió a la reconstitución
de la raza, con las técnicas occidentales, comprando gusanos no
enfermos procedentes de Francia e Italia.
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Esta crisis del gusano y las arcaicas condiciones laborales de las factorías
chinas hicieron que la ocasión fuera aprovechada por Japón
para ponerse a la cabeza de la producción mundial de seda natural;
en 1925 Yokohama era el mayor depósito de seda del mundo.
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La crisis de 1929 también atentó contra la exportación
de la seda oriental.
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La invasión de China por Japón arrasó 135.000 hectáreas
de moreras y destruyó la mitad de sus hilaturas.
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La S. G. M. paralizó la industria de la seda, no sólo en
China sino en el Japón, en Francia y en Italia, durante diez años.
En 1949 quedan en Shanghai dos únicas fábricas de hilados,
de las más de cien que llegó a haber. En los años
50, se impone el uso textil de las fibras químicas. La seda artificial
tiene poderosas ventajas industriales sobre la seda natural: no se plancha
y es mucho más barata.
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Por si fuera poco lo que atenta contra la seda china, el ejército
rojo de Mao Ze Dong vistió a la China continental con un grueso
uniforme de algodón azul.
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| 1.3 La industria de la seda textil en la actualidad |
Si todo lo que hay escrito sobre la seda se reuniera en una sola biblioteca,
quizás ésta fuera la temática mayor del mundo. No
sólo las investigaciones llevadas a cabo en Occidente sino los numerosísimos
tratados orientales modernos (escritos muchos de ellos de forma clandestina
en los primeros barcos salidos de Shanghai) han hecho que gran parte del
enigma del gusano de seda chino haya sido desvelado. Pero la magia, el
encanto, el lujo, el erotismo, incluso, que envuelve a la seda, a sus tejidos
y a sus prendas no ha hecho más que aumentar con el paso del tiempo.
El hundimiento periódico de los precios, el mercado de mano de obra,
el consumo mundial creciente y la alta tecnología textil son los
elementos que juegan, aun en direcciones opuestas, a equilibrar la balanza
de los pros y los contras.
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A la desaparición de los ostentosos trajes medievales sucede la
moderna industria de la moda, que llama de nuevo a los sederos de Lyon.
La crisis repetida por las grandes guerras, que elimina las telas caras
para la moda exterior, al cabo es más que superada, no sólo
por la pronta recuperación industrial, sino con la moda de lencería,
en la que la seda acapara la predilección. Y el tejido de
malla, conseguido con el avance de la industria textil, le consigue
a esta materia prima la aplicación en un nuevo e importantísimo
producto: las medias de seda.
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El gran bloque político de los países comunistas de occidente
le proporciona a China comunista la ocasión de recuperar su producción
sedera. En el bienio 1957-1958 la China de Mao produce 11.000 toneladas
de seda y vuelve a exportar a toda Europa.
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Por otra parte, el desarrollo de los transportes han abaratado los costes
de importación hasta el punto de que la codiciada seda del Extremo
Oriente esté al alcance de cualquier empresa textil y que sea ésta
la que abastezca la confección en todo el mundo.
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| 1.4 La otra industria de la seda |
La crisálida, casi mítica, que durante milenios la humanidad
ha contemplado segregando un finísimo hilo llamado seda, aún
no ha dejado de sorprendernos. La industria textil ha llegado a aprovechar
hasta las briznas del capullo devanado. Los residuos industriales sederos
entraron al fin en proceso de recuperación, como los residuos industriales
de todos los sectores; pero éstos son de los más apreciados.
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Se hila la schappe, aprovechando los capullos defectuosos y los
deshechos de hilo .
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Se hacen tejidos para usos industriales fuera de la confección,
rejillas, filtros, cedazos.
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De la goma de los capullos se extrae la serina, y de esta
la sericina, en la que se encuentran elementos proteicos para el tratamientos
de la tuberculosis y otras aplicaciones médicas.
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El agua en que se hierven los capullos resulta ser un abono orgánico
rico en nutrientes.
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La crisálida misma es fuente de aceites con alto grado
de combustión.
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CARACTERÍSTICAS MAS IMPORTANTES DE LA SEDA
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Brillante y fina
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Suave, lisa y crujiente
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No arde
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Es elástica
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Retiene del 40 al 45 % de su peso de agua
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Se arruga bastante
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No es atacada por los insectos
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INSTRUCCIONES DE CONSERVACIÓN DE LA SEDA
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LA SEDA DEBE LAVARSE A MANO, CON AGUA FRÍA, SIN FROTAR
NI RETORCER, ES DECIR, SIN FORZAR EL LAVADO; PARA ELLO ES CONVENIENTE NO
PERMITIR QUE LAS PRENDAS SE ENSUCIEN MUCHO, CON EL FIN DE LIMPIARLAS SIEMPRE
CON UN LAVADO LIGERO; EN ELLO ESTÁ LA VIDA DE LA PRENDA
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LAS LEJÍAS ATACAN LA SEDA
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PLANCHAR CON PRECAUCIÓN, SIN EJERCER MUCHA PRESIÓN
NI TIEMPOS PROLONGADOS
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SE PUEDE LIMPIAR EN SECO, CON CUALQUIER DISOLVENTE, PERO
CON PRECAUCIÓN
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