Cuarta Parte
Organización
industrial de la confección textil |
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Capítulo
21
Características
de la industria de la confección |
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| 1. La herencia
artesana. 2. Panorama de la industria de la confección.
3. El equipo productivo. 4. La especialización de producto. |
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1. La industria de la confección:
herencia artesana y características diferenciales
El hecho de que la industria de la confección arrancara,
en su mayor parte, de una actividad artesana, y muchas veces sin solución
de continuidad, es algo que enmascara las auténticas características
industriales de esta actividad. La herencia artesana en la industria de
la confección no puede comtemplarse únicamente como algo
negativo; la tradición artesanal es enriquecedora en esta actividad,
como en cualquier otra. Lo que resulta negativo y contraproducente, en
un gran número de empresas, es la reticencia a aceptar e incorporar,
no ya las nuevas tecnologías, que sí suelen ser aceptadas,
sino nuevos métodos de producción y comercialización,
nuevas estructuras y políticas de mercado, organización de
empresa y, lo que es más difícil de cambiar, la poca disposición
de muchos empresarios a comprender y valorar la entrada de nuevos profesionales
en todos los niveles de la industria. Al lado de conservar las buenas cualidades
artesanas, sobre todo en la alta costura, esta industria más que
ninguna otra debe permanecer atenta y ágil ante los cambios. La
moda es temporada, factor que empuja a su industria a ir contra reloj;
el más mínimo retraso puede suponerle la quiebra a una empresa.
Lo más penalizado (después de calidad) es el retraso en la
entrega de las prendas.
Si algo de esencialmente distinto tiene la industria de la moda es su carácter
cíclico y el hecho de que en plazos fijos y relativamente cortos
(cada seis meses) las empresas se ven obligadas a producir cuanto se les
exije. Cada temporada significa volver a iniciar todo un proceso productivo;
ello trae consigo épocas de sobreabundancia de trabajo y épocas
de escasez, con consecuancias desestabilizadoras.
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2. Panorama de la industria
de la confección
Con palabras de Margarita Rivière, al principio de este
libro decíamos que conceptualmente la moda distingue dos tipos de
sociedades que pueblan el planeta: la sociedad que vive la moda y la sociedad
apartada de la moda. Geográficamente, estas sociedades dispares
están extendidas por las grandes regiones de países desarrollados,
la primera, y en los países subdesarrollados o en vías de
desarrollo la segunda. Si ahora nos referimos a ello es porque hablando
de la industria de la confección cabe establecer un cierto paralelismo:
países más desarrollados, que producen vestimenta y moda
con los más avanzados sistemas y medios; países menos desarrollados,
que confeccionan para el resto del mundo a base de su mano de obra barata.
Pero la liberalización mundial del mercado y el prefeccionamiento
y abaratamiento de los sistemas de transporte, junto con los nuevos sistemas
tecnológicos basados en la informatización, los sistemas
de producción se adaptan con gran rapidez a las necesidades del
mercado y son las propias empresa de la confección quienes están
impulsando cambios sustanciales en este sentido. Así se da que en
países en vías de desarrollo hay potentes centros fabricantes
de confección que trabajan con bajos costes de mano de obra y que
son subcontratados por empresas de los países más desarrollados
del mundo.Es decir, se produce confección de moda con alta tecnología,
con mano de obra y materias primas de bajo coste, destinadas al mercado
mundial, rompiendo por primera vez las premisas divisorias entre países
ricos y países pobres.
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3. El equipo productivo
Pese a que cada día aparecen instrumentos de trabajo
más sofisticados, la mejora de la industria textil no pasa solamente
por la adquisición de maquinaria innovadora. Es esencialmente necesario
que se renueven, se adapten a las circunstancias y se perfeccionen los
demás estamentos, como la propiedad de la empresa, la dirección
y el personal de producción.
Ésta de la confección es una actividad típicamente
manufacturera, en la que la mano de obra juega un papel esencial, tanto
en su planteamiento e inversión, como en el desarrollo empresarial.
En cualquier tipo de prenda, el valor añadido en concepto de obra
es muy elevado al compararlo con otros ejemplos de producción más
tecnificada. Pese a ello se da un obstinado empeño en no buscar
la eficacia y abaratamiento de la mano de obra sino con rodeos. Tal es
el caso de la migración que actualmente existe de ese tramo industrial
que es el corte y confección, que las empresas trasladan repentinamente
de un país a otro, buscando la mano de obra más barata, en
lugar de acometer un abaratamiento de la producción dentro de la
empresa y con su propia plantilla. No se trata aquí de exponer una
teoría en contra de la internacionalización del mercado del
trabajo y del comercio global de bienes y servicios; se trata de explicar
que la formación profesional y la optimización de plantillas
es fundamental para el desarrollo de la industria de la confección
en un país, en cualquier país, para lograr mejores precios,
más producción y más alta calidad; porque las mejoras
obtenidas con estos medios son más sólidas y duraderas. Aquellos
países que obvian este razonamiento sufren las consecuencias, en
detrimento de su empleo y de su economía.
El trabajo manual puede llegar a un 30 y 40% del total que ocupa la fabricación
de una prenda, según casos. El uso de máquinas especiales
van sustituyendo al trabajo típicamente manual, pero la mayoría
de estas máquinas sirven para unas operaciones muy concretas; su
limitación se acusa más y su inversión se hace menos
rentable cuanto más cortas son las series de prendas a producir.
Si embargo, cada vez que una de estas máquinas-herramientas (como
los autómatas, que se citaron antes) es introducida en una cadena
de producción, la calidad del producto se reafirma y el coste de
mano de obra se reduce de inmediato.
Desde la implantación de la tecnología digital, quizás
sea en las secciones de diseño y patronaje donde la técnica
ha avanzado más rápidamente. Por lo general el equipo
productivo es simple y, además, versátil. Las mismas máquinas
empleadas para cortar camisas, por ejemplo, sirven para el corte de americanas,
gabardinas o impermeables. La máquina de coser plana, de una aguja,
de doble pespunte recto, es empleada para el cosido de tejidos finos de
seda o algodón, para pañería o incluso para piel,
con ligeras variaciones en sus órganos de arrastre y de puntada.
Esta universalidad que ofrece la maquinaria empleada, junto con su coste
relativamente poco elevado, hace que la empresa pueda renovar fácilmente
su parque de herramientas, según las exigencias de producción
o la variación de mercado; su poco peso y volumen, así como
la facilidad de instalación, las hace más cómodas
y propicias al desplazamiento y a la sustitución.
El capital de inversión en edificio, maquinaria e instalaciones
que precisa la confección es de los más bajos por puesto
de trabajo, comparado con los de otras industrias y desde luego el más
bajo dentro de todo el sector textil.
En cuanto a la mano de obra, para los países en vías de desarrollo
está formado por mujeres en más de un 80% y tiene edades
que comienzan en los 14-16 años. Si a esto añadimos que el
proceso total de producción de una prenda es susceptible de dividirse
en gran número de fases intermedias, muy homogéneas y de
corta duración, se consigue pronto una mínima especialización
del personal en un período también corto, porque el trabajo
para cada puesto es muy repetitivo. Vale decir, por tanto, que esa mano
de obra es fácilmente reclutable y de adiestramiento rápido.
Todo lo descrito en este punto abunda sobre lo expuesto al principio, relativo
a la migración de los centros de producción de confección,
extremo en buena medida ampliable a todo producto de moda. Así vemos
que firmas de confección o de moda, europeas o americanas, fabrican
en Hong-Kon, Taiwan, Filipinas, Corea, Norte de África o Centroamérica.
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4. La especialización
de producto
La universalidad del equipo de producción, su bajo coste
y la facilidad de creación de sus productos, propicia la aparición
de muchas empresas de confección muy poco especializadas, cayendo
en una excesiva diversificación, no sólo de modelos sino
de tipos de prendas. Como se verá más adelante, la importancia
que tienen los métodos de trabajo, esta falta de especialización
va contra la rentabilidad, casi siempre y en contra de la opinión
de dichas empresas.
Hablando de una industria que ofrece facilidad al cambio de equipos, que
su personal es fácilmente adaptable, que las inversiones de implantación
son reducidas, se admite implícitamente que es una industria de
gran agilidad e improvisación, lo que se liga además con
la eventualidad del producto de moda. Esto, naturalmente, tiene sus ventajas,
como, por ejemplo, que en plena temporada se pueda rehacer completamente
un muestrario. Pero tiene un peligro, por contra: caer en un falso prejuicio
de que todo se puede improvisar, todo se puede corregir y que la planificación
y los estudios previos no son necesarios más que para las grandes
empresas.
Junto a esta necesidad de previsión, el industrial confeccionista
está sujeto a muchos otros factores que son ajenos a él.
No hablamos sólo de las tendencias de la moda ni sólo de
factores de economía social; hablamos de la dificultad que el sector
textil tiene en verticalizarse, estructurarse en bloque como lo hace la
metalurgia o la construcción, donde el producto final se obtiene
con materias primas muy estandarizadas. Salvo en determinados artículos,
que luego veremos, al confeccionista le coarta el encadenamiento a otro
sector textil, de hilatura, tejeduría o acabados, aunque de toda
la cadena él forme el último eslabón; cuanto más
dependa de los anteriores más limitado estará, tanto si quiere
diversificarse como especializarse en un tipo de confección.
Haciendo una salvedad, que es para la confección de ropa de cama,
mesa, baño, e incluso prendas del vestuario laboral. Para el resto,
para las de vestir en general, y también para los complementos,
las ventas exigen al confeccionista una gran variedad de productos, y en
cada producto una amplia gama de modelos renovables, además, en
cortas temporadas. Variedad en la materia prima, en la fibra, en el tejido,
en los tintes, en los acabados, es la opción que el confeccionista
precisa para su creación.
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