MBA: lo que de verdad marca la diferencia (y lo que no)

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Hoy cualquier tipo de centro parece ofrecer un MBA. Hay escuelas de negocios con solera, universidades públicas, academias online, plataformas de formación para empresas e incluso consultoras que lo incluyen en su catálogo. Algunas promesas se repiten como un mantra: liderazgo, networking y proyección internacional. Pero, cuando se mira con calma, no siempre hay tanto por detrás.

Un Master in Business Administration (MBA) ha sido desde su origen una formación de prestigio cuyo objetivo era formar a directivos. Pero también puede ser un gasto de miles de euros sin impacto profesional. No es lo mismo cursar un posgrado MBA con docentes en activo, prácticas reales y empleabilidad demostrada, que uno a distancia, sin tutor, con temario reciclado y un título que apenas reconoce nadie. En medio, hay decenas de opciones que mezclan lo bueno con lo prescindible.

Por eso, conviene hacerse algunas preguntas antes de lanzarse: ¿qué salidas ofrece? ¿Está bien valorado en todo tipo de empresas? ¿Cuánto cuesta y qué incluye realmente? ¿Quién lo imparte? ¿Qué resultados consiguen los alumnos al terminar? ¿Es posible estudiar y trabajar? Este artículo intenta responderlas desde el terreno: sin frases hechas, sin glamour de catálogo, y con datos actuales sobre lo que funciona —y lo que no— en la formación MBA en España.

Panorama actual de los MBA en España

En España se ofrecen más de 300 programas que utilizan las siglas MBA. Algunos están respaldados por escuelas con presencia internacional y acreditaciones como AMBA o EQUIS. Otros forman parte de universidades públicas o privadas, con títulos oficiales avalados por ANECA. Y luego está el resto: másteres propios que se anuncian como “MBA” aunque no tengan reconocimiento ni impacto laboral.

Los precios varían tanto como la calidad. Un MBA presencial en una escuela de primer nivel puede costar entre 40.000 y 100.000 euros. En el extremo opuesto, los MBA online de bajo coste prometen formación en gestión y dirección de empresas por menos de 1.000 euros. Entre ambos hay una variedad de opciones intermedias, muchas con precios que oscilan entre los 6.000 y los 18.000 euros. La diferencia no está solo en el precio, sino en el tipo de docencia, el contacto con empresas, la empleabilidad posterior y el valor real del título en un proceso de selección.

Según los datos más recientes del ranking QS 2024, solo cinco escuelas españolas figuran entre las cien mejores del mundo en formación MBA: IESE, ESADE, IE, EADA y ESIC. Todas ellas tienen modalidad presencial, criterios de admisión exigentes y conexiones internacionales. Pero más allá de estos nombres, el mercado español está lleno de programas con poca transparencia. Muchos no publican cifras de inserción laboral, ni detallan el perfil del profesorado, ni aclaran si el título tiene validez oficial.

Además, la palabra “MBA” se ha desdibujado. Se usa para másteres cortos, posgrados sectoriales o incluso cursos online sin prácticas. En algunas plataformas se ofrece formación en formato SCORM con diploma descargable, sin tutoría ni evaluación. Puede ser útil para quien busca un certificado más, pero difícilmente tiene impacto profesional.

Por eso, antes de elegir un MBA, conviene mirar más allá del nombre. Es fundamental revisar un listado completo de masters MBA y analizar, en cada programa, lo que de verdad importa: qué tipo de formación ofrece, qué reconocimiento tiene y qué aporta al perfil profesional. Un MBA serio exige una inversión -de tiempo y dinero-, pero también aporta valor si está bien planteado. El resto son cursos que caben en un PDF, pero no en un currículum que busque mejorar condiciones laborales.

Modalidades de MBA y perfiles de estudiantes

Ya sabemos que no todos los masters MBA son iguales, ni están pensados para el mismo perfil. Algunos requieren dejar el trabajo durante un año. Otros se cursan por la noche o los fines de semana. También están los programas online, más flexibles, aunque a veces menos exigentes. Y los Executive MBA, que combinan formación con experiencia previa directiva.

  • El MBA full-time es el formato tradicional. Presencial, intensivo y con una duración de uno o dos años. Suele cursarse al inicio de la trayectoria profesional, especialmente entre jóvenes que buscan una inmersión completa en el ámbito empresarial. Tiene ventajas evidentes: permite centrarse por completo en el aprendizaje y suele contar con profesores especializados en economía y gestión de empresas. Ahora bien, cursarlo en una escuela de negocios de prestigio implica un coste elevado y la necesidad de dejar de trabajar durante varios meses. En cambio, los másteres MBA ofrecidos por universidades públicas tienen un precio más asequible, aunque el enfoque por lo general suele ser más teórico que práctico.
  • El MBA part-time se adapta a los horarios de quienes trabajan. Se imparte en horario de tarde o fines de semana, con una duración entre 12 y 24 meses. Es una opción intermedia: permite aplicar lo aprendido en el trabajo, aunque no siempre tiene el mismo nivel de exigencia académica ni tampoco el mismo grado de conexión internacional.
  • Las opciones para estudiar un MBA online se ha multiplicado en los últimos años. Algunos programas están bien diseñados y permiten una experiencia formativa sólida, con sesiones en directo, tutorías y seguimiento personalizado. ´Sin embargo, otros ofrecen contenidos grabados, foros abandonados y diplomas sin valor práctico. El riesgo de pagar por algo que no mejora la empleabilidad es alto más aún si no se revisa o verifica correctamente  la calidad del centro que imparte el programa.
  • El Executive MBA (EMBA) está dirigido a profesionales con más de 8 o 10 años de experiencia. El perfil de alumnos se caracteriza por mandos intermedios o directivos que quieren actualizar competencias, ampliar red de contactos o preparar un cambio profesional. La inversión es alta, pero también lo es el retorno, sobre todo si se cursa en una escuela de negocios de prestigio.

Según los expertos, a la hora de elegir, conviene pensar más en el momento profesional que en el formato del MBA. Hay quien necesita una pausa para reorientarse. Otros buscan un refuerzo mientras trabajan. Lo importante es que el programa esté bien estructurado y actualizado, que el profesorado tenga experiencia real en empresas y que el título tenga valor en el mercado laboral.

Salidas profesionales: lo que ocurre después del MBA

Una de las promesas más repetidas al vender un MBA es la mejora profesional. Pero conviene preguntar con datos. Al parecer, no todos los programas ofrecen lo mismo. Algunos sí consiguen que sus alumnos den un salto claro en su carrera. Otros apenas generan movimiento, más allá del diploma en LinkedIn.

Según el estudio QS Global MBA Rankings 2024, los MBA de IESE, ESCP, ESADE e IE Business School presentan tasas de empleabilidad superiores al 90 % a los tres meses de finalizar el programa. En muchos casos, el salario medio supera los 80.000 euros anuales, especialmente en sectores como consultoría, banca, tecnología o gran consumo. Pero este tipo de resultados no se repite en todos los programas.

Fuera del top internacional, los datos son más variados. Muchos MBA nacionales o regionales no publican cifras de inserción. Algunos dependen de las prácticas curriculares, y otros ni siquiera las incluyen. El perfil del alumno también influye: un profesional con experiencia y buena red de contactos probablemente aprovechará mejor cualquier formación de estas características. Pero alguien con menos recorrido puede no lograr cambios significativos, especialmente si el título no tiene reconocimiento fuera del ámbito académico.

Por sectores, la consultoría sigue siendo el principal destino laboral tras un MBA, sobre todo para quienes cursan programas exigentes en escuelas bien posicionadas. También hay salidas en departamentos de marketing, finanzas corporativas, gestión de proyectos, recursos humanos o desarrollo de negocios. En cambio, es menos frecuente que un MBA generalista tenga impacto directo en perfiles técnicos o creativos, donde la experiencia pesa más que el máster.

También hay que hablar de otro tipo de resultados: el emprendimiento. Muchos MBA ofrecen fomentar el espíritu emprendedor, pero pocos lo respaldan con incubadoras, mentores o financiación real. Abrir una empresa después de cursar un MBA no es automático, y el programa debe incluir algo más que una asignatura de “plan de negocios” si se quiere que eso funcione.

En resumen: sí, un buen MBA puede ayudar a conseguir mejores condiciones laborales, más responsabilidad o un cambio de sector. Pero, no todos lo consiguen. Y quien paga por el título sin asegurarse de qué valor tiene en el mercado, corre el riesgo de acabar con una factura alta, en el mismo puesto de trabajo y con las mismas opciones que antes.

Claves para elegir un MBA (sin dejarse llevar por el marketing)

Antes de pagar 3.000, 12.000, 25.000 o incluso 50.000 euros por un MBA, conviene hacer las preguntas que muchas escuelas evitan. ¿Quién da clase? ¿Qué puestos ocupan los antiguos alumnos? ¿El título tiene validez oficial o es propio? ¿Hay prácticas reales o solo teoría? ¿El programa está acreditado o es una copia más con el mismo temario de siempre?

La primera decisión clave es comprobar si el MBA es oficial o propio. Los oficiales están reconocidos por el Ministerio y suelen permitir acceso a programas de doctorado o concursos públicos. No todos los másteres caros son oficiales, ni todos los baratos son de poca utilidad, pero es un dato que marca diferencias. También algo que ayuda a destacar es la acreditación: si el centro tiene AMBA, AACSB o EQUIS, es buena señal. Si no las tiene, al menos debería ofrecer datos concretos de empleabilidad y reconocimiento por parte de las empresas y el mercado.

El segundo punto es el profesorado. No basta con poner nombres en la web. Hay que saber si son docentes a tiempo completo, si trabajan o han trabajado en empresas, si hay casos prácticos y contacto real con el mundo profesional. Por ejemplo, en muchos MBA online, el temario está grabado desde hace años y no hay nadie al otro lado para interactuar o propiciar debate. En otros, el nivel académico es bueno, pero no hay conexión con el mercado laboral.

Otro aspecto a a revisar es el formato. Si se trabaja a jornada completa, un MBA online o part-time puede tener sentido, siempre que tenga seguimiento, foros activos y tutoría. Si se puede hacer una pausa profesional, un full-time bien diseñado permite centrarse y aprovechar el año. Pero, elegir solo por el precio o por la ubicación suele también salir caro a medio plazo.

Y, por último, conviene desconfiar de los catálogos que prometen liderazgo, transformación digital, visión estratégica y otros conceptos abstractos sin una sola cifra o metodología. Si el centro no publica resultados de inserción, empresas colaboradoras, salarios medios o progresión profesional, algo falla. Lo importante no es lo que se dice en el folleto, sino lo que ocurre al acabar el máster y mejor aún si es conocido por la propia voz de los titulados.

Elegir qué MBA estudiar con los pies en el suelo

Un MBA no es una garantía automática de éxito. Tampoco es un trámite para subir de puesto. Es una apuesta, y como toda apuesta, conviene hacerla con cabeza y serenidad. Quien busca un título para rellenar el currículum tiene muchas opciones. Sin embargo, quien busca formación que marque una diferencia real en su perfil tiene que mirar más allá del nombre del máster.

La clave está en preguntar, contrastar y desconfiar de los discursos repetidos y desactualizados. Porque lo que de verdad marca la diferencia no es el logo del centro ni las palabras en mayúsculas del folleto, sino el resultado: qué se aprende, con quién y para qué se aprende. Todo lo demás -el glamour, los discursos, las frases motivacionales- son fáciles de copiar. Lo que no se puede fingir u ocultar es el impacto ni el valor real de una formación de calidad.

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